CREAR O MORIR
ANDRÉS OPPENHEIMER.
Es un libro que consta de diez capítulos que son interesantes, fascinantes y dignos de admirar porque son modelos de superación que han logrados salir adelante a pesar de los fracasos, estas personas le dieron rienda suelta a su creatividad y a la capacidad de innovar para convertir sus proyectos en realidad.
Para nadie es un secreto la ayuda mutua que se viene dando entre los jóvenes de mentes conexas a través de la innovación colaborativa que permite la comunidad de fuentes abiertas en internet, así mismo el nuevo ecosistema o internet de las cosas que interconecta todos los objetos a través de sensores o microchips, también la nueva revolución industrial que va a cambiar todo con las impresoras 3D o 4D con ellas se imprimirán los objetos que se quieran adquirir o los objetos que se dañen, y que decir del mapa de la actividad cerebral con el cual se va a ver y a controlar las miles y millones de neuronas del cerebro humano para ayudar a los pacientes con enfermedades mentales, y por último todas las personas que quieran ir al cosmos de vacaciones lo podrán hacer a través de los tour por el espacio, incluso el pedido de pizzas, medicamentos u otro servicio llegaran al lugar donde te encuentres a través de los drones o aviones no tripulados, estas y otras innovaciones más como las escuelas al revés, el nuevo modelo de innovación social, las ambulancias, Duolingo, no están muy lejos de la realidad y debemos estar preparados tanto física como intelectualmente para todo lo que se nos avecina.
La creatividad parte de la idea fundamental de producir algo de la nada, hacer nacer chispas e incluso darle vida, o sencillamente establecer por primera vez algo que te lleve a alcanzar el sueño anhelado de hacerte conocer por tu propia creación, este algo que proviene de ti mismo y que lo pones a disposición de quien desee tenerlo para su beneficio y el de los demás. El libro de Andrés Oppenheimer, donde dice “hay que crear o morir,” es un compendio de los personajes más influyentes del mundo que alcanzaron la gloria luego del fracaso y la poca fe en ellos por parte de la sociedad. En la economía del conocimiento hay que innovar o exponerse a quedar estancados.
Para alcanzar la consolidación de un proyecto o producto hay que fomentar una cultura de innovación y promover la educación para la innovación, en tal sentido tenemos que mejorar la educación, estimular la graduación de ingenieros y científicos, aumentar la inversión de desarrollo, ofrecer estímulos monetarios a los que creen nuevos productos, y muchas otras cosas que hay que hacer para mejorar. Hay que hacerlo para tener estudiantes especialistas en matemáticas, ciencias y tecnología. En tal sentido es importante tener en cuenta la opinión de aquellas personas que frente al fracaso renacieron como el ave fénix poniendo su experiencia y conocimiento como modelo de vida tal como inventor de la bombilla eléctrica, que después de mil intentos fallidos al final pudo conseguir lo que quería, son modelos de superación que han logrados salir adelante a pesar de los fracasos, estas personas le dieron rienda suelta a su creatividad y a la capacidad de innovar para convertir sus proyectos en realidad.
La educación es la clave del éxito de cualquier país, una buena educación sigue siendo el principal motor del progreso, pero por sí sola no es suficiente ya que en una región existen bastantes personas preparadas y talentosas, pero a pesar de ello, éstas no tienen mucho campo de acción para aplicar en la práctica sus conocimientos en orden de darle solución a problemas e idear tecnologías que empoderen a nuestras sociedades. Es por esta razón que en cierta ocasión Bill Gates expresó, “las escuelas primarias deberían cambiar radicalmente la forma en que enseñan estas materias, deberían hacer proyectos como: diseñar un pequeño submarino, o un mini robot, o hacer lo que hacen en Singapur, envían a los niños buenos en matemáticas a escuelas especiales en la materia para que se vayan formando desde pequeños”.
Silicon Valley (La cuna de la Cratividad)
En tal sentido Oppenheimer tiene toda la razón cuando dice que en la región se necesita de un “entusiasmo colectivo” para promover una Cultura de la Innovación, ya que la única forma de revertir la explotación a la que nos tienen sometidos la burocracia, es logrando que la colectividad civil trabaje en conjunto por sus propios intereses, lo que le permitirá generar el suficiente poder coercitivo para obligar a que las clases dirigentes se integren a dicho esfuerzo. Por lo anteriormente expuesto países como Colombia han sido ejemplo de la buena práctica en la materia, con su proyecto de robótica y automática educativa, que busca integrar a los niños de las escuelas públicas a la ciencia y tecnología al construir robots con elementos en desuso de los computadores desarmados, generando en ellos motivación e impulso por ser grandes.
El libro ¡Crear o morir! resume admiración por los creadores, a quienes ha visitado durante la redacción de su obra. Ha hablado con ellos y los ha entrevistado para conocer sus testimonios de primera mano, pero su intención no es avergonzar a los latinoamericanos por su inanición intelectual, sino clarificar que la labor de cada emprendedor que se frustra es una fuente de riqueza y desarrollo que perdemos todos. Si estamos de acuerdo en que la clave de la prosperidad está en el empuje de personas excepcionales, hallarlas y cultivarlas debería ser una prioridad de Latinoamérica y en todo ser que comprenda que para levantarse hay que caer.
El autor de Crear o Morir a través de sus investigaciones nos muestra la triste realidad del estado actual en que se encuentra Latinoamérica con respecto a la innovación, la creatividad, la calidad de la educación, la falta de cultura y tolerancia hacia el fracaso, la exigüidad de inventos, las rémoras en la tramitología para patentar las técnicas, los métodos de trasformación, las tecnologías, las producciones y los equipos entre otros. Las patentes que se otorgan en estos países, se las dan a las grandes empresas y no a personas común y corriente; entonces ¿si la capacidad científica, la innovación y el avance tecnológico de los países se miden de acuerdo al número de ellas?, calculemos la gran diferencia que existe entre los EE UU, China, Japón, corea del sur y otros países que producen más patentes de nuevas invenciones que los países de Latinoamérica en conjunto. ¡Es enorme!
¿Qué es lo que está pasando con la producción, los talentos y las mentes brillantes de nuestros países?, para responder estas y otras preguntas más hay que considerar que la innovación contante, la creatividad para generar nociones, el pensamiento divergente, el pensamiento creativo, el arte de la reinvención continua, la cultura social y legal que tolere el fracaso, renovarse ante el cambio, reconocer los errores cometidos para aprender de ellos, perder el miedo antes las dificultades, atreverse a hacer las cosas aunque tenga el mundo en contra, ser osado, perseverante, valiente y tener talento para convertir las ideas en realidad. Es el gran reto que tiene Latinoamérica para este siglo XXI porque si no puedes crear entonces morirá.
La economía del conocimiento o la economía de la creatividad del siglo XXI requieren sistemas educativos de calidad que enseñen a pensar, a incentivar la creatividad y la innovación en los estudiantes desde temprana edad pero también requiere invertir en investigación, innovación y desarrollo, y creo que si se puede si dejamos atrás tanta burocracia, politiquería y capitalismo salvaje.
El actual sistema educativo de Colombia y otros países de América Latina nos normaliza a hacer siempre lo mismo de la misma manera, sin derecho a equivocarse, a pensar ni a innovar, tal parece que la educación pública de estos países sigue siendo producto del modelo prusiano o sistema educativo alemán con el cual se crearon cincos grupos sociales en aquella época los cuales fueron: los soldados obedientes para el ejército, los trabajadores obedientes para la minas, los buenos súbditos para el gobierno, los empleados serviles para la industria y los ciudadanos que pensaran lo mismo en las mayoría de las asignaturas. ¿Qué ha cambiado desde esa época hasta ahora?
Desde el año 1612 se vislumbraba la difusión masiva de métodos y técnicas que permitieron enseñar con utilidad. La enseñanza es un proceso intencional y planeado de apropiación del saber para elevar la formación de las personas sin ningún tipo de distinción, discriminación, exclusión, diferencias o segregación. Muy diferente a capacitar para sacar provecho de lo que me conviene, situando mis propios intereses por encima de los demás con fines lucrativos.
Han pasado 402 años y aún vemos enraizadas la puesta en marcha de una serie de práctica sistemática para alcanzar el aprendizaje deseado en los estudiantes, porque creemos que repetir, memorizar y retener información es aprendizaje. Para Wendy Kopp, la fundadora de la organización Teach for America, el mejor maestro es el que se puede sentarse al lado del alumno y cambiar su mentalidad, el que puede ser mentor de ese alumno, el que puede alentar a los alumnos a que tomen las riendas de su propio aprendizaje. Es importante que el niño aprenda de la manera en que le resulte más fácil, y Salam Khan a través de su página es.khanacademy.org sin fines lucrativos hace un aporte significativo por mejorar la calidad educativa.
De todos los inventos, innovaciones, creaciones, productos y proceso me inquieta el mapa de la actividad mental porque hasta qué punto pueden llegar los científicos con sus investigaciones, sin que afecte la integridad y privacidad de las personas.
¿Estaremos preparados para vivir en constante vigilancia con tantos satélites, sensores y ondas electromagnéticas a nuestro alrededor?
El autor propone 5 claves que pueden ser el eslabón de la innovación en los países de América Latina, aunque siga saliendo de las empresas líderes y de las universidades más prestigiosas del mundo, pero si parte de las nuevas tecnologías y se desarrolla a través de empresas sociales, se podrá vivir en un mundo mejor para todos y todas. Crear e innovar es la clave.
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